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Tecnología

Women Driven

Desde CoEducation Consulting navegamos la complejidad del presente para encontrar nuevas oportunidades en el universo organizacional.

En la “industria del conocimiento”, el sector más prometedor de la economía, hemos identificado dos realidades que pueden potenciarse entre sí: una demanda astronómica de talento, y la falta de inclusión de la mujer en un sector masculinizado que atrae muy poco al talento femenino. Se trata de un fenómeno tanto local como global, pero que acarrea consigo una gran oportunidad para desarrollar estrategias organizacionales activas en inserción femenina. 

Para sumergirnos en esto, primero naveguemos el contexto. Durante el último lustro, se viene debatiendo si efectivamente estamos frente a una cuarta revolución industrial o si se trata tan solo de una continuación de la tercera.

Esto comentaba al respecto, en una entrevista de la BBC, el director ejecutivo del foro económico mundial Klaus Schwab: "Hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una cuarta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia… Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países".

A su vez, nos encontramos frente a una nueva disrupción: la pandemia. Esta impactó en el mundo y en el tejido de interdependencia económica, acelerando no solo lo mencionado por Schwab sino también, y notablemente, la asimilación cultural de cambios y transformaciones que atraviesan transversalmente distintos aspectos de nuestra sociedad (desde lo productivo y lo técnico, lo educativo y ético, hasta las relaciones internacionales y las instituciones propias de la democracia). Abrió debates sobre los sistemas establecidos, y comenzó a reescribir la cultura en múltiples dimensiones. Trajo nuevas conversaciones en todo tipo de organizaciones, desde la familiar a la empresarial, en todo el planeta.

"La cuarta revolución industrial o tecnológica no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital (la revolución anterior)" – Klaus Schwab.

Con proyecciones de desarrollo hacia el 2030, esta cuarta etapa acaba de comenzar, marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas. En el centro de esta transformación está la inteligencia artificial: íntimamente relacionada con la acumulación creciente de grandes cantidades de datos (“big data”), el uso de algoritmos para procesarlos, y la interconexión masiva de sistemas y dispositivos digitales.

Parte de este proceso, como mencionan los especialistas, ya está teniendo un impacto directo en el futuro del trabajo, en la desigualdad en el ingreso y en el mercado del empleo en sí mismo. Y todo esto cambiará todavía más con la creación de trabajos que aún no conocemos. Según la consultora McKinsey, en los próximos años la división del trabajo entre los seres humanos, máquinas y algoritmos desplazará a 75 millones de puestos actuales y creará 133 millones de nuevas funciones.

 

Contexto local

En Argentina, la “industria del conocimiento” crece exponencialmente. Este es el sector de la economía que utiliza la información como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a conocimiento. Abarca rubros como la educación, la investigación y el desarrollo, la alta tecnología, la informática, las telecomunicaciones, la robótica, la nanotecnología y la industria aeroespacial.

El país desarrolla profesionales para suplir tan solo el 50 % de la demanda local del sector. Además, hay algo aún más sorprendente: la baja inserción de las mujeres en esta industria. En nuestro país, del alumnado de las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) un %30 son mujeres y tan solo un 16,4 % de ellas se egresa según la cámara de empresas de software y servicios informáticos de la República Argentina (Cessi).

Según el Cessi, de los más de 100 perfiles de IT que hay en el país, tan solo un 26 % de quienes trabajan en la industria son mujeres. Los hombres ocupan el 74 % de las posiciones, y además representan el 77 % de las posiciones semisenior y senior.

Pero no somos los únicos. El fenómeno es global. Según un informe elaborado por la UNESCO, “el porcentaje de mujeres que cursan estudios de ciencias y tecnología varía en un rango del 25 al 30 % en todos los países”. Es decir que, en esta cuarta revolución, el mundo se mueve en una dirección en la que aún no somos capaces de generar el talento suficiente como para aprovechar las ventajas del desarrollo.

Argentina no puede darse el lujo de prescindir del talento de las mujeres, y el mundo tampoco. Según Eurostats y el Primer Libro Blanco de las mujeres en el Ámbito Tecnológico de España, se estima que Europa terminará el 2020 con un déficit de 900.000 profesionales en el sector de IT.

Esta revolución tecnológica tiene el potencial de elevar los niveles de ingreso globales y mejorar la calidad de vida de poblaciones enteras, y de generar oportunidades masivas de inclusión con proyecciones de prosperidad económica. Sin embargo, no todos ven el futuro con optimismo: los sondeos reflejan preocupaciones de empresarios por el “darwinismo tecnológico”, que plantea que aquellos que no se adapten no lograrán sobrevivir. El proceso de transformación solo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse.

Por lo tanto, para navegar el desafío de esta revolución 4.0 como una potente oportunidad, es clave la inserción de la diversidad de talento para afrontar los múltiples desafíos que supone la nueva revolución, navegar la incertidumbre y volatilidad del contexto coyuntural, y lograr adaptarse e innovar manteniéndose competitivos. En este paradigma es que el rol de la mujer se vuelve fundamental y debemos darle el protagonismo que hasta ahora no hemos sabido reconocerle.

 

No repitamos el mismo error

En los comienzos de la última revolución tecnológica, las mujeres hicieron enormes aportes en un contexto que las rechazaba. Lisa Meitner, física austríaca que investigó en un sótano hasta que a las mujeres se les permitió el acceso a la universidad, fue parte del equipo que descubrió la fisión nuclear. Su compañero recibió el Nobel de Química en 1944. Ella jamás tuvo reconocimiento alguno.

Muchas otras también han navegado contracorriente y han cambiado el rumbo de la historia. Marie Curie comenzó estudiando clandestinamente en Polonia porque las mujeres tenían prohibido ir a la universidad. Se marchó a París y, tras muchos años de investigación, recibió dos Premios Nobel por sus descubrimientos sobre radioactividad. Vera Rubin, Rosalind Franklin, Jocelyn Bell Burnell o Hedy Lamarr son otros casos de científicas excelentes que se dedicaron a la ciencia a pesar de las dificultades de su época.

Imaginemos cuántas han sido invisibles, y de cuántas de ellas nos hemos perdido porque no se les permitía estudiar creyendo que no eran aptas para tener las capacidades técnicas requeridas por la ciencia y la tecnología. No cometamos lo mismos errores del pasado.

Hoy día, el sector ha progresado, aunque dista mucho de estar equilibrado. Según la UNESCO, solo el 28 % del personal investigador a nivel global está conformado por mujeres. Esta brecha nos muestra que el mundo aún pierde talento, lo que afecta la capacidad innovadora de los países y el desarrollo de tecnología.

Buscar activamente la inclusión plena de la mujer, con todo lo que ello implica, es una deuda apremiante de la sociedad para lograr un equilibrio real. Pero esto no solo es una deuda ética y moral sino una clara oportunidad: es una deuda de talento. Lo sorprendente hoy es que algunos ven la diversidad y la inclusión solo como una moda que entorpece a las organizaciones. Veamos el concepto de innovación combinatoria para entender la inclusión desde otra perspectiva.

 

¿Qué es la innovación combinatoria?

Esta nueva revolución nos ha traído la “innovación combinatoria”. Las organizaciones adoptan este concepto en múltiples dimensiones. Veamos de qué se trata.

Según el Dr. Mehmet Yildiz, reconocido tecnólogo y científico cognitivo con más de 37 años en el sector IT, “se trata de un término de la industria tecnológica que, en pocas palabras, refiere al uso de múltiples funciones de tecnología en lugar de una sola ‘pila’ de tecnología, y a la creación de nuevas capacidades comerciales integrándolas de manera inteligente y creativa. La premisa clave de la innovación combinatoria es la integración personalizada de funciones tecnológicas. Está parcialmente relacionada con el proceso de invención. La diferencia entre la invención pura y la innovación combinatoria se basa en el enfoque del producto o servicios finales.

La idea de la invención debe ser original. En el proceso de invención lo que destaca es la novedad. Por ejemplo, el producto final de una invención es una patente. Las reclamaciones legales deben ser elementos originales y no divulgados. La patente se puede considerar como la primera tecnología, herramienta, proceso o método utilizable.

Para la innovación combinatoria, el nuevo producto o servicio puede consistir en múltiples ideas antiguas. El resultado final es la combinación de estas ideas probadas de una manera creativa, funcional, práctica y ágil para abordar casos de uso predeterminados.

Desde una perspectiva conceptual, un ejemplo de innovación combinatoria es un teléfono inteligente. Un teléfono inteligente en sí mismo no es una invención. Se compone de múltiples invenciones que incluyen componentes de tecnología previamente inventados, como procesadores centrales, memoria, comunicaciones, navegación, mensajería, aplicaciones, transistores, tecnologías de Internet, etc.

En lugar de crear nuevas herramientas, procesos y métodos de tecnología, el enfoque de la innovación combinatoria está en combinar lo mejor de los enfoques actuales para funciones comerciales específicas, y así crear nuevas capacidades comerciales para las demandas de los clientes y del mercado”.

Hoy el mundo pulsa de esta forma en muchas dimensiones, no solo en el desarrollo de tecnología o sus aplicaciones. Entonces: ¿qué pasaría si aplicamos este concepto y premisa al talento humano en las organizaciones con el propósito de innovar desde la diversidad?, ¿qué obtendríamos con diseñar una estrategia que combine mujeres y hombres de múltiples generaciones, perfiles y talentos? 

 

“Cambio sin precedentes en la condición humana”

Peter Drucker, uno de los pensadores más grandes del Management, quien que se definía a sí mismo como un “ecologista social”, es decir alguien que estudia las relaciones entre las personas y su entorno, la interdependencia de personas, colectivos e instituciones, dijo: "en unos cien años, cuando se escriba la historia de nuestro tiempo desde una perspectiva de largo plazo, es probable que el evento más importante que observen los historiadores no sea la tecnología, el Internet, ni el comercio electrónico. Sino el cambio sin precedentes en la condición humana. Por primera vez – literalmente – un sustancial y rápido creciente número de personas tiene una multiplicidad de opciones para elegir. Por primera vez tienen que manejarse a sí mismos y la sociedad no está preparada para ello".

Nunca antes se nos presentó un contexto con la potencialidad de tanta inclusión. La heterogeneidad a la que podemos exponer a nuestras organizaciones, basada en la interdependencia de tantas generaciones en un mismo espacio de trabajo (generación x, baby-boomers, millenials, centenials y próximamente los alpha), es algo sin precedentes. Dado que las generaciones se crean tras cambios profundos en el contexto histórico, esta combinación innovatoria de talento resulta estratégica para poder responder a una realidad global que constantemente se nos presenta como disruptiva, volátil e incierta. Este escenario es una gran convergencia que las organizaciones deben aprovechar de manera consciente y estratégica.

La inclusión digital de la mujer contribuirá a las dimensiones social, económica y política. Su empoderamiento dentro de la industria, así como la mejora de su representación y participación, es fundamental. Debemos buscar, facilitar, allanar y diseñar este camino con cuanta diversidad podamos asimilar.

Apropiémonos de esta gran convergencia coyuntural inédita que nos presenta esta oportunidad. Naveguemos esta gran revolución tecnológica desde la inclusión de la diversidad, saldando una deuda social histórica y proporcionando el talento necesario al sector que promete ser el motor para impulsar la economía y el desarrollo. 

Por Álvaro Cadenas.

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